La tecnología desde sus orígenes ha mantenido una importante relación con la ética. Muchos la definían, ya en el siglo XVI, como "un medio para conseguir el bien". Posteriormente, esta concepción se ha ido transformando influenciada por los cambios emergentes en diversos campos (macánica, física, tecnología) hacia lo que actualmente se conoce como el deshumanismo tecnológico .Mitcham, en su artículo plantea como esa evolución de la tecnología ha sido descrita por muchos, entre los que se encuentran autores como Marx, como una alienación del ser humano. El avance tecnológico facilta la división del trabajo, que facilita que el hombre tome distancia de la naturaleza, el bien que ha utilizado para desarrollarse, social y culturalmente, desde tiempos inmemoriables. Este desarraigo, ha provocado que la tecnología evolucione de manera independiente a los planteamientos éticos durante muchas décadas. Este perspectiva fue impulsada por muchos y facilitó, el tan ansiado desarrollo tecnológico. Pero, como todo lo que sube baja, especialmente en estos temas, apareció "la bomba" y los espiritus del pasado que habían permanecido dormidos resurgieron, en este momento crucial, ahora con más fuerza. El debate ético se extendió a diversos campos: biología, informática,etc. y ha sido respondido de diversas formas, una de ellas la configuran los códigos éticos. En anteriores post, analizamos las características del código del tecnólogo educativo, que se encuentra en periodo de elaboración y revisión. En este sentido, Mitcham nos propone, que uno de los principios que la comunidad científica integro en stos códigos fruto de la experiencias negativas del pasado fue el principio laissez faire, que consiste en el establecimiento de un consentimiento democrático y ético entre los miembros de la comunidad científica.
Situados en este punto, desde planteamientos filosóficos, se establece la necesidad de iniciar una reflexión sobre la ética actual que aporte respuestas adecuadas a los nuevos desafios tecnológicos. Entre estas nuevas aportaciones, podemos encontrar el principio precautorio que establece que "la tecnología es inocente hasta que se demuestre lo contrario". Otras vías para dar respuesta a esta díficil pregunta son la deontología, que plantea la necesidad de informar sobre la puesta de marcha de investigaciones a través del consentimiento informado y el consecuencialismo, que se centra en los casos particulares. Analizando ambos planteamientos, la idea es clara: la tecnología tiende a la mejora, pero no al éxito.
Actualmente, la relación entre ética y tecnología cada vez se hace más estrecha y relevante. Ahora, nos en encontramos en la disposición de observar la tecnología con otros ojos más éticos, que facilitan este proceso.
Todos los aspectos descritos pueden ser suscritos al mundo de las Nuevas Tecnologías, pues su aplicación práctica y cotidiana, da lugar a una serie de conflictos éticos, como por ejemplo, el intercambio de información bélica con fines no muy humanitarios a través de canales telemáticos o la existencia de la inteligencia artificial, que exigen de una reflexión profunda.
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