Hace cerca de 15 años, intenté durante varios días localizar a una amiga por teléfono sin éxito. Cuando finalmente contacté con ella, se excusó y me explicó que tenía el teléfono ocupado porque estaba conectada a ‘Internet’ y que aquello iba a ser el futuro. Intentó explicarme en que consistía, pero desistió después de varios intentos. Mi entendimiento no era capaz de procesarlo.
El paso del tiempo, ha hecho que ese tsunami que se estaba gestando, nos pasara a muchos por encima y nos engullera en la red de redes.
Hoy en día parece imposible llevar una vida normal fuera de las tecnologías: móvil, televisión digital, Blu-Ray, Web 2.0…
En pocos años, hemos saltado de la radio y la televisión en blanco y negro a una colección de siglas difícilmente identificables y en continuo cambio: jpg, dvd, cd, mvx, Mb, divx…
Y este tsunami es imparable, o te intentas subir a la cresta de la ola, o te engulle para siempre.
Las empresas y los organismos públicos han encontrado en Internet un filón para reducir sus costes y para mejorar su eficiencia. Internet permite reducir los tiempos de reacción, el número de personas dedicadas a los procesos, el coste de producción. Nadie se puede permitir el lujo de estar fuera de la red.
Los billetes de avión, la compra casera, las citas médicas, los periódicos y hasta el BOE, ahora se gestionan por Internet. Se acabó el papel, el esperar largas colas, el bajar al quiosco de la esquina.
Renovarse o morir. Dentro de un par de generaciones, las tecnologías serán consideradas como una necesidad, tal y como ahora nosotros consideramos una lavadora o el frigorífico.
El paso del tiempo, ha hecho que ese tsunami que se estaba gestando, nos pasara a muchos por encima y nos engullera en la red de redes.
Hoy en día parece imposible llevar una vida normal fuera de las tecnologías: móvil, televisión digital, Blu-Ray, Web 2.0…
En pocos años, hemos saltado de la radio y la televisión en blanco y negro a una colección de siglas difícilmente identificables y en continuo cambio: jpg, dvd, cd, mvx, Mb, divx…
Y este tsunami es imparable, o te intentas subir a la cresta de la ola, o te engulle para siempre.
Las empresas y los organismos públicos han encontrado en Internet un filón para reducir sus costes y para mejorar su eficiencia. Internet permite reducir los tiempos de reacción, el número de personas dedicadas a los procesos, el coste de producción. Nadie se puede permitir el lujo de estar fuera de la red.
Los billetes de avión, la compra casera, las citas médicas, los periódicos y hasta el BOE, ahora se gestionan por Internet. Se acabó el papel, el esperar largas colas, el bajar al quiosco de la esquina.
Renovarse o morir. Dentro de un par de generaciones, las tecnologías serán consideradas como una necesidad, tal y como ahora nosotros consideramos una lavadora o el frigorífico.
¿Qué pasará con aquellos educadores relativamente jóvenes que se despreocupan de formarse en nuevas tecnologías y siguen empeñándose en los métodos más tradicionales?...
Os mostramos con este vídeo un ejemplo real y muy conseguido de una campaña publicitaria del gobierno panameño intentando fomentar el uso de las nuevas tecnologías como ventana al mundo y fuente de éxitos.
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