sábado, 24 de enero de 2009

LA MEDIACIÓN PÚBLICA.

Los Medios de Comunicación actúan, como mediadores de la realidad sociopolítica y cotidiana que nos rodea. Para ello, se sirven tal y como Manuel Martín Serrano recoge en su artículo, de diferentes estructuras narrativas.

Cuando un periodista, nos informa en un periódico digítal de un conjunto de hechos relacionados con, por ejemplo, la fragilidad del sistema financiero actual, esta realizando una narración sociopolítica centrada en la forma y no el contenido. Curioso, ¿no?. Lo que realmente nos engancha a este tipo de información, es el actor que nos los cuenta, no el contenido en sí mismo. De hecho en muchas ocasiones, seleccionamos por ejemplo, un determinado canal para informarnos debido a que la forma de presentación de los contenidos nos atrae y casi nos enbruja. El o la reponsable de esta situación, es generalmente el periodista de turno.
Por otra parte, existe en nuestra sociedad otra forma, valga la redundancia de informar, que Martín Serrano denomina, las narraciones de la cotidianeidad. Estas narraciones son cada vez más frecuentes y parecen interesar a mayor número de personas. ¿Habeís notado que existe una proliferación muy significativa de programas tipo "Mi cámara y yo"?. Estas narraciones se centran en el contenido y en aspectos relacionados con las creencias y las pasiones humanas. A diferencia de las narraciones sociopolíticas, son historias cerradas con un final conocido.

Después de leer el artículo y reflexionar juntas sobre lo que este autor nos propone en el mismo, nos gustaría expresar el acuerdo manifiesto que mostramos ambas, con las ideas descritas con anterioridad. Es verídica la existencia de estos dos tipos de mediación en los medios de comunicación, pero ¿es la sociedad realmente consciente?
La regla de oro del periodismo es la mediación pública, entendida desde esa doble moral, que los medios de comunicación nos transmiten. Ellos afirman que informan de manera objetiva sobre los hechos, ya sea a través de relatos sociopolíticos, que intentan modificar la opinión colectiva, o mediante relatos de cotidianeidad, cuya finalidad es favorecer el cambio indivivual centrado en las creencias. Pero, la realidad es mucho más compleja. Detrás de estos dos tipos de mediación se esconden otros planteamientos de diversa índole, que no se puede definor como claros y transparentes. Ante este hecho, la audiencia debería protestar energicamente, pero se torna como pasiva y expectante, ante la próxima gesta o parábola que nos ofrezcan los medios y que nosotros asumamos sin rechistar.


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