martes, 30 de diciembre de 2008

CÓDIGO DEONTOLÓGICO DEL TECNÓLOGO.



El Código Deontológico de cualquier profesión debe considerarse como una herramienta útil para el desempeño de una profesión. En el caso de los tecnólogos educativos, no existe un consenso por parte de la comunidad educativa sobre ese conjunto de normas que implican el uso normalizado y generalizado de las TICs en el proceso de enseñanza y aprendizaje. A pesar de ello, si se recogen en los diferentes documentos de centro referencias explicitas e implícitas relacionadas con este aspecto.

Tras el análisis de diversos códigos deontológicos de otras profesiones (psicólogos, médicos, tecnólogos, etc.) podemos identificar una SERIE DE PRINCIPIOS que deben encontarse en la base de la actuación de todo buen tecnólogo educativo:
  • Partir de los conocimientos previos que poseen los alumnos relacionados con las TICs.
  • Poseer un conocimiento adaptado y actualizado de las TICs existentes: tipos, usos, posibilidades, etc.
  • Realizar una adecuada selección de los contenidos y las herramientas a utilizar en cada caso.
  • Presentar información objetiva y de calidad a través de medios diversos.
  • Propiciar el desarrollo de un pensamiento reflexivo y crítico frente a las Nuevas Tecnologias.
  • Desarrollar actuaciones responsables, respetuosas y democráticas.
  • Favorecer la alfabetización digital integral, promoviendo así el objetivo último de la educación "el desarrollo pleno de la personalidad del alumno en los diferentes ámbitos".
  • Conocer y respetar las reglas básicas que se han publicado relacionadas con el uso reponsable y ético de las TICs: propiedad intelectual, libertad de expresión, etc.
  • Desarrollar la profesión de tecnólogo educativo con integridad, generosidad y justicia, promoviendo la innovación y la mejora en el ámbito educativo y de las TICs.

La reflexión sobre todos estos principios nos parece muy necesaria, pero dentro del ámbito educativo, especialmente en las etapas obligatorias, existen otras aspectos de gran relevancia y que influyen en dicha reflexión, como son: el acceso de los centros a las Nuevas Tecnologías, la formación del profesorado, los conocimientos previos de los alumnos, la innovación y mejora, etc. Esto no quiere decir que elaborar un código deontológico del tecnologo educativo no sea útil, sino que para el profesorado resulta complejo y un poco alejado de la realidad de las aulas en la que se encuentra inmerso. A pesar de ello y después del trabajo realizado, podemos afirmar que como orientadoras y tecnólogas educativas modificaremos algunas prácticas inadecuadas que forman parte de nuestro día a día y que se asumen por todos con normalidad.

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